Nos levantamos a las 6’30, rica ducha, suculento desayuno que Maria Eliana nos prepara con amor. Recogemos la «manta» -así llaman las pancartas-, en casa de quién la guardó en la organización de las actividades de ayer, y salimos dirección Santiago donde debemos reunirnos con los demás compañeros del EB. Si en un principio el encuentro debía realizarse en el aeropuerto, por culpa de un pequeño retraso -alguien se levantó tarde y retrasó nuestra salida- vamos directamente a la Residencia donde nos alojaremos tres días, el Colegio de Profesores de Chile, La Casa del Maestro. Nos encontramos con Denis y Ana, amigos que conocí en Paris. Ana ha sufrido un ataque de epilepsia, debe mantener reposo, avisamos al médico Nano, que conocimos recién en casa de Pilar.
Nos acomodamos con Oralia en la habitación 208, en el 2o piso. No hay Internet pero esperamos que Steve resolverá el percance. Aparte de ser un gran tipo, desde todos los puntos de vista: corazón, altura, entrega a los demás, es un excelente conocedor de electrónica e Internet. Intentará además resolver mis dificultades, cambiará lo que sea preciso de mi computadora para desbloquearla. Sé que lo logrará.
Almuerzo en el hotel y salida para participar en la Caravana de la MM en dirección a la Villa Grimaldi en Peñalolen. Si la Caravana fué espectacular, con gran participación encabezada por enormes motocicletas comandadas por jóvenes, Villa Grimaldi nos hizo rememorar la tragica y dolorosa aventura sufrida por la población chilena, en esta zona de tortura. ¿Víctimas? los jóvenes que no estaban de acuerdo con las atrocidades que hacía el gobierno entre 1972-1979. ¿Edades? Treinta años…
Como dijo Rafael de la Rubia la gente del EB estamos preparados para caminar, NO para soportar tantas emociones. Chile ha sido un cúmulo de emotividad. Quienes sufrieron tanto vasallaje por parte de la Dictadura están ahora intentando rememorar y procurar, con el recuerdo, que lo que aconteció, NO se repita nunca más.
Han reconstruido lo que fué lugar de terror, en Centro para la Paz. Mosaicos y paneles, maqueta del lugar de humillación, recuerdan los episodios que llenaron de dolor a los chilenos disconformes con el terror de Pinochet. Hoy, Parque de 10.200 metros cuadrados,con 40 espécies de plantas autóctonas, Monumento a la Memória, pretende no olvidar su pasado, sino que lo que fué lugar de violencia, tortura, agonía, muerte, sea ahora espacio de reflexión, donde escuchar el latido de quienes dejaron aquí sus vidas, sus esperanzas. Hermoso espacio cubierto de flores y árboles, plaza con un panel con todos los desparecidos, con los muertos, unos 4.500.
La puerta de entrada ha sido cerrrada a perpetuidad. Por ahí llegaban, a un destino siniestro, personas opositoras, otras salían desfallecidas para ser lanzadas al mar. Recordar, perdonar, pero no olvidar es el lema.
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