Fue el 14 de febrero de 1929 que en Chicago, EE.UU., tuvo lugar “La matanza del día de San Valentín”. Miembros de la banda de Al Capone masacraron a siete miembros de otra banda rival, dirigida por George Moran, cuando la Ley Seca. Hace 84 años que la ciudad fue testigo de uno de los acontecimientos más atroces dentro del mundo criminal de aquel momento. Con aquella acción Al Capone se impuso como principal distribuidor de alcohol y puso, a la vez, punto final a una cadena de venganzas iniciada cinco años antes, a raíz de la Ley Seca. Ni Capone ni Bugs Moran, líder de la banda exterminada, tenían nada que ver, sino los jefes de ambos: John Torrio, de Capone, y Dion O’Banion de Moran. La convulsión mundial fue enorme, hoy, nadie haría caso a un acto tal, ya que las muertes y la violencia son multitudinarias, a escala global. ¿Por qué nuestros corazones se han convertido en placas de mármol, frías, insensibles al dolor ajeno? Siguen las matanzas en países en guerra, fruto de sus posesiones: agua, petroleo, diamantes, litio… Siguen los suicidios a gran escala, cuando las famílias no pueden hacer frente a sus hipotecas. Siguen negociando terroristas-gobiernos para detener muertes inocentes, ante la terquedad de los gobiernos que no quieren la paz… prefieren tener un “cabeza de turco” a quien atribuir todas las “malas causas” de sus países: Colombia, Euskadi… entre otros. Intentemos conciliar, solo negociando lograremos paz, esperanza. Aunque los detalles de la matanza de Chicago aún se discuten, no procesaron a nadie por el crimen, los asesinatos se atribuyeronn a Al Capone y sus hombres, especialmente Jack ‘Machine Gun’ McGurn, de quien se piensa que podría haber realizado los disparos.