Ante todo, mi soporte a la familia. Sé lo que sienten. Necesitan silencio para aceptar su muerte.
Es doloroso acompañar a familiares, amigos, gente próxima que nos deja. Es bueno recordarles, no apartarles de nuestro pensamiento, por lo que han hecho, lo que han significado para nosotros y para los demás, en este caso, Johan Cruyff, para el futbol y sus seguidores, de manera especial del Barça.
Guardamos bellos recuerdos de su profesionalidad, de su manera de ser, de comunicarse con los demás, de forma escueta pero, profunda. Sus compañeros le entendían rápidamente.
Pero, me parece exagerado lo que estamos viviendo tras el comunicado de su fallecimiento y posterior movida.
Parece que quién no va a hacer acto de presencia, a firmar el Libro de condolencias, será excluido del mundo del futbol.
En momentos difíciles, cuando el mundo se encuentra cual olla de presión a punto de estallar, atentados, Refugiados, muertes indefensas de niños, miles de ahogados en nuestro Mediterráneo, cuando los gobiernos no saben decidirse a gobernar, la muerte de Cruyff les ha servido para hacer un receso impasible para sus fines.
Lo siento, pero todos tenemos muertos cercanos que nunca olvidaremos, sin firmas, sin TV, tal vez con más recuerdos de vida que de discusión.
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