
Poco tiempo después el Papa perdonó a su agresor ante las cámaras de televisión de todo el mundo.
En aquella fecha, de mal recuerdo, yo estaba parada en un semáforo en Montecarlo viajando con uno de mis hijos.
La conductora del vehiculo que se encontraba a mi lado me pidió bajase el cristal de mi ventanilla.
Me contó llorando la notícia que habia escuchado en la TV.
Hoy nadie se impresiona por nada. Muertes y venganzas azotan nuestro mundo y, nadie llora por nadie.
Casi nadie se preocupa siquiera de su vecino al que, posiblemente, ni tan solo conoce.
¿Nos estamos deshumanizando? ¿Por qué? ¿Miedo?
Triste y desestabilizada sociedad la que entre todos hemos permitido construir…