Hace muchos años que nos conocíamos, entablamos estrecha amistad la primera vez que almorzamos fue en Beasain, luego en Nicolasa con mi marido. Fué el princípio de una larga amistad con él y su amante esposa Anna Mª. Nos encontrábamos a menudo, en el país basco o en Catalunya.

El placer por la buena comida era común, juntos aprendimos lo que representan los buenos productos de la tierra, del mar. Era un personaje especial, tenía conocimientos extras, que seguía ampliando sin cesar. Su interés por la civilización, el ser humano, la buena comida, no importa lo que fuere eran fruto de su rigor del buen hacer de todo lo que suponía la vida, su esposa, su família, sus amigos.
Cuando sufríamos algun percance aparecían con su esposa sin avisar, prestos a acompañarnos en lo posible. Uno de mis hijos Marc, estuvo con ellos ampliando conocimientos en su cocina.
En su comedor habíamos conocido a personajes de toda índole, pensamiento, color. La buena mesa debe ser respetada, no tiene ideología. Recuerdo que en uno de nuestras escapadas a Nicolasa tuvimos que permanecer encerrados unas horas por culpa de un toque de queda.
Éramos personas diferentes, ellos sin hijos, nosotros nueve, pero congeníamos desde el primer momento y aprovechamos la ocasión para ratificar: que la mesa, auna voluntades y criterios en momentos dificiles.
Mi pensamiento y mi corazón estan con vosotros, mi familia guipuzcoana que siento própia. Aprendí mucho de ti y de Ana Mari, aparte de la cocina, de vuestro cariño y buen hacer en la vida.
Siempre en mi corazón, cocinando tus recetas, recordando tu maestria y buen hacer. Me duele no haber podido acopañaros. Sé que nos reencontraremos y seguiremos charlando a favor de la vida, las personas, el amor y, tu cocina que he intentado plagiar. ¡Hasta siempre amigo!
Debe estar conectado para enviar un comentario.