Hay una diferencia entre los méritos intelectuales de una persona y sus posturas políticas. El ejemplo que mejor funciona para ilustrar esto es Mario Vargas Llosa, escritor de innegable talento y prodigiosa obra, pero, a la vez, agente activo de las peores operaciones psicológicas masivas de las élites dominantes.
Cuando se trata de refutar las opiniones de alguien como el peruano-español, hay que hacer la distinción. Quien no la haga corre el riesgo de quedar como un idiota porque negarle méritos literarios es un gran despropósito.
El tema viene a cuento no por Vargas Llosa (que últimamente anda envuelto más que nada en noticias de farándula), sino por los intentos de algunos dirigentes políticos revolucionarios de descalificar a uno de nuestros más prominentes intelectuales, Luis Britto García, sobre la base de divergencias en cuanto a la política económica.
Por ese desacuerdo, por ejemplo, el diputado Jesús Faría cuestiona la condición de intelectual de Britto García, autor de casi un centenar de libros en áreas del saber tan variadas como la narrativa, la dramaturgia, el derecho, la economía, la historia, la sociología, la seguridad de Estado, la ciencia ficción y el humorismo.
El maestro Britto García, doble ganador del prestigioso premio Casa de las Américas y acreedor de otros numerosos reconocimientos, tiene tal importancia y peso específico que merece consideraciones especiales, incluso en el supuesto (negado en este caso) de que sus puntos de vista económicos estuviesen errados.
No es la primera vez que desde el mismo campo chavista se intenta menoscabar la enorme autoridad de un auténtico sabio contemporáneo, una actitud insensata (por decir algo suave), pues este sector político debería estar feliz de tenerlo de su lado y aprovechar al máximo sus aportes, incluso cuando son marcadamente críticos.
El prolífico autor es, además, un hombre honesto a toda prueba, otro enorme atributo en un contexto en el que tantos otros intelectuales (reales o ficticios, nacionales y extranjeros) se han dedicado a medrar a costa de darle apoyo al proceso político venezolano (Algunos huyeron ágilmente cuando comenzaron las restricciones económicas. Pero ese es otro tema).
Por cierto, hay constancia de que en los más altos niveles de la Revolución (el comandante Chávez, en su tiempo, y el presidente Nicolás Maduro, desde siempre y de manera enfática en la actualidad) existió y existe un gran respeto y se valora el pensamiento y la obra de Britto García. Ojalá en los cuadros medios y bajos del gobierno y del partido predominara ese mismo enfoque.