Venezuela, la DEA desmiente a Trump. Angel Guerra Cabrera

abril 9, 2020

Los registros de la agencia antidrogas de Estados Unidos, DEA por sus siglas en inglés, desmienten rotundamente, como veremos, las banales acusaciones de narcotráfico lanzadas por Donald Trump contra su homólogo venezolano Nicolás Maduro y miembros de su gobierno.

Queda claro que la nueva y belicosa embestida del magnate inmobiliario contra Venezuela tampoco tiene nada que ver con la defensa de la democracia ¡Al contrario! Y es consecuencia del absoluto fracaso de todos los planes golpistas y desestabilizadores de su administración contra el gobierno constitucional y legítimo del presidente Maduro. No en menor medida, también de un desesperado intento electoralista por hacer que los estadounidenses miren hacia otro lado y no al cuadro dantesco de su cada vez más desastrosa y mortífera gestión de la pandemia del coronavirus, con un saldo altamente negativo mundialmente que supera de forma notoria en velocidad la del ritmo de contagios y defunciones de los otros países más afectados por la enfermedad. Y otra razón para la embestida trumpista antivenezolana muy probablemente obedezca al muy erróneo cálculo de que la situación de pandemia colocaría al país bolivariano en una situación más propicia para hacerlo objeto de las inmorales e ilegales bravatas y amenazas del propietario de casinos. Resulta que Venezuela está mostrando una impresionantemente bien conducida estrategia de contención al virus, apoyada por su población, y, además, por reconocidos expertos de Cuba, China y Rusia.

Hagamos un muy apretado resumen de los hitos de la embestida antivenezolana. En una serie de escenas que más que actos de Estado, asemejan una farsa grotesca, primero, el Procurador General de Estados Unidos William Barr (en su momento recibió de la administración de Bush padre la encomienda de realizar la fundamentación “legal” para la invasión de Panamá de 1989), acusó de narcoterrorismo al presidente Maduro y a varios miembros de la cúpula gubernamental venezolana y, al estilo de Lejano Oeste, ofreció recompensas por informaciones que condujeran a su detención.

Curiosamente, la acusación incluye a dos generales hace tiempo desertores del instituto armado de Venezuela y domiciliados en el extranjero. Jurídicamente hablando, la acusación de Barr es totalmente inválida, toda vez que acorde a la Carta de la ONU y hasta la de la putrefacta OEA, el gobierno de un país no tiene jurisdicción sobre el territorio de otro. Eso, sin contar que Barr no presentó prueba alguna contra el presidente Maduro y los otros venezolanos que involucró, simplemente porque no las tiene.  No es ocioso añadir que una acusación no es ni remotamente un fallo de culpabilidad, por lo que su uso en este caso no pasa de ser una torcedura de la ley por Barr para cumplir con los propósitos políticos antivenezolanos de Trump. La cuestión es muy clara. La DEA afirma en todos sus informes hasta 2019 que Colombia es la “fuente primaria para la cocaína capturada en Estados Unidos”. Según el Cocaine Signature Program elaborado por la DEA en 2018 “aproximadamente 90 por ciento de las muestras de cocaína analizadas fueron de origen colombiano, seis por ciento de origen peruano y cuatro por ciento de origen desconocido”. En otras palabras, de acuerdo con los registros de la agencia federal para las drogas de Estados Unidos no se encuentra en ese país cocaína ni ningún otro narcótico procedente de Venezuela.

De modo que la conferencia de prensa ofrecida la Casa Blanca pocos días  después de la acusación de Barr en la que se anunció por Trump el inicio de “la más grande operación antidroga llevada a cabo en el hemisferio occidental” y el despliegue de toda una armada en el Caribe, pero apuntando a tierras bolivarianas, no es más que otro episodio de la farsa antivenezolana dirigida a hacer presión contra Caracas y a justificar un eventual ataque posterior, sea por paramilitares desde Colombia o por un operación de más envergadura.

Lo único razonable que puede hacer Estados Unidos en una coyuntura humanitaria tan dramática como la que sufre la humanidad, y su propia población en primer lugar, es apoyar el llamado a la paz y a silenciar las armas en el mundo formulado por el secretario general de la ONU Antonio Guterres, levantar el bloqueo a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Palestina, Irán y Siria. De una vez respetar el derecho de Venezuela a la autodeterminación y que el secretario de Estado Pompeo deje de presentar marcos “para la transición a la democracia” en Venezuela que el pueblo de ese país aventará al cesto de la basura como siempre que su soberanía e independencia se han visto amenazadas


Bloqueos en tiempo de pandemia. Angel Guerra Cabrera

abril 2, 2020

A mediados de marzo, el multimillonario chino Jack Ma y su fundación anunciaron que donarían a Estados Unidos 500 mil kits de detección rápida de Covid-19 y un millón de mascarillas, no obstante, la ostensible actitud racista y xenófoba de su presidente, que no paraba de hablar del virus “chino”. Esos recursos eran desesperadamente necesitadas en la gran potencia, cuyo gobierno, en una actitud indudablemente criminal, no tomó entre los meses de enero y marzo las más elementales medidas para proteger a su población, como lo evidencia el avance acelerado allí de la pandemia.

El fundador de Alibaba había hecho también importantes donaciones a Corea del Sur, Japón, Italia, Irán y España. Acciones que extendió luego a naciones de América Latina y el Caribe. Sin embargo, la ayuda de Ma no ha podido llegar a Cuba. La compañía estadounidense contratada para fletar los envíos, decidió no hacerlo a La Habana con el argumento de que el bloqueo se lo impedía. Jack Ma, que ha despachado donaciones a más de un centenar de países bajo las etiquetas #Estevirusloparamosentretodos y #Oneworldonefight, no ha renunciado a enviar la ayuda y seguramente encontrará finalmente algún trasportista presto a desafiar el castigo genocida de Washington al pueblo cubano.

No obstante, lo significativo de este hecho, que pone de relieve la crueldad por parte de Trump y su grupo al mantener la guerra económica contra Cuba en medio de una situación mundial de pandemia, no hace más que recordar lo que es una penalidad cotidiana en la isla desde hace casi 60 años. Eso sí, reforzada progresivamente, hasta extremos inimaginables, desde que el magnate inmobiliario llegó a la presidencia de Estados Unidos. Sin embargo, aunque la isla caribeña sufre el cerco más largo de la historia contemporánea, existen otros países sometidos a severos castigos económicos por Washington. Venezuela es un caso muy grave de ensañamiento. Pero también son objeto de cruentas, ilegales e inmorales medidas punitivas Irán, Corea del Norte, Siria e incluso Rusia y China. Cabe resaltar que, con motivo de la pandemia, tanto el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, como la jefa de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de ese organismo, Michell Bachelet, han llamado a levantar o flexibilizar los bloqueos, particularmente en el caso de Cuba y Venezuela, sin que el promotor número uno de las guerras económicas y de la violación de los derechos humanos en el mundo se haya dado por enterado.

La pandemia ha permitido apreciar en toda su crudeza características que ya conocíamos del capitalismo neoliberal y su sistema político, muy particularmente del que existe en la potencia del norte, pero vistas ahora en su conjunto nos confirman que se trata de un sistema en profunda crisis, genéticamente incapaz de cautelar los intereses y las necesidades de las mayorías, incompatible con la vida. Al punto de que medidas como los planes de apoyo a sus poblaciones aprobados ante la emergencia pandémica en Estados Unidos, España, Italia, El Salvador y otros países han tenido que romper frontalmente con la lógica neoliberal, toda vez que se basan en fuerte intervencionismo estatal en las economías, pero casi siempre con marcado sentido social. Insólito en gobiernos regidos por el mercado, cientos de miles de millones han sido destinados, sin retorno, al bolsillo de los ciudadanos.

Quiero detenerme en dos puntos muy importantes no solo para América Latina y el Caribe sino para la humanidad, que subrayan la crisis de hegemonía que aqueja a Estados Unidos y la desesperación en que están sumidos Trump y su equipo. Uno es la frenética campaña que desde el año pasado adelanta Estados Unidos contra los médicos y personal de salud cubanos, así como la política de solidaridad de Cuba. En medio, Washington consiguió hacer salir la cooperación médica isleña de Brasil, Ecuador y Bolivia debido a la existencia en esos países de gobiernos serviles como los de Bolsonaro, Moreno y Áñez, que mueren por congraciarse con la potencia del norte, aunque sea al precio de la mayor abyección. Sin embargo, pese a sus presiones, chantajes y a la charlatanería de sus poderosos medios de difamación mundial no ha podido impedir que decenas de países conserven la muy apreciada colaboración médica cubana ni que un número creciente de Estados caribeños y europeos soliciten la presencia de brigadas médicas y de medicamentos cubanos para combatir el COVID-19. Ello, no obstante, el febril activismo contra los galenos cubanos de funcionarios del departamento de Estado, del subsecretario Kozak y del propio secretario Pompeo.

El otro tema mundialmente candente hoy, más allá del criminal bloqueo, es la redoblada belicosidad de la administración Trump contra Venezuela. Les duele que Maduro y el chavismo hayan hecho de Guaidó un cartucho quemado y la derrota de todos los intentos del nuevo ciclo de golpes de Estado iniciado en 2019. Les duele la inquebrantable unidad cívico militar. De eso hablaremos en la próxima entrega.


Trump nos empuja al abismo. Angel Guerra Cabrera

enero 16, 2020
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Las agresiones de Estados Unidos contra Irán tienen larga historia, se remonta a los años cincuenta del siglo 20. El asesinato el 2 de enero pasado del general Qassem Soleimani, comandante de la fuerza Quds de Irán, solo inicia un nuevo capítulo, tal vez el más sombrío y amenazador del conflicto entre los dos países. Encima de ordenar la supresión de una de las más altas autoridades de un Estado de visita en otro Estado, ambos miembros de la ONU, decisión notablemente inmoral e ilegal, todo apunta a que el presidente Donald Trump y su secretario de Estado Pompeo, conocían las coordenadas de la misión diplomática que condujo a Soleimani en un vuelo comercial de Damasco a Bagdad, a solicitud precisamente del inquilino de la Casa Blanca. Una emboscada artera.

Retrocedamos unas décadas. En 1953 un golpe de Estado organizado por la CIA derroca al primer ministro de Irán Mohamed Mossadeqq. El golpe era la respuesta a la nacionalización del petróleo, lograda en 1951 por Mossadeqq con inmenso apoyo popular, e instauró la sangrienta dictadura del Sha (monarca en persa) Mohamed Reza Pahlevi, caracterizada por su servilismo ante Washington y por ser su gendarme en la zona del Gofo Pérsico durante muchos años. El programa nuclear iraní comienza por iniciativa del Sha, que argumenta su necesidad para producir energía eléctrica y destinar los grandes yacimientos de petróleo persas a impulsar la industria petroquímica. Un memorando de 1975 firmado por el criminal de guerra y secretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger consigna que la venta de equipos para la industria nuclear de Irán producirá seis mil millones de dólares en ganancias para las corporaciones estadounidenses. En 1976 el presidente de ese país, Gerald Ford, dicta una orden que no solo apoyó los planes iraníes sino condujo a la firma de un acuerdo multimillonario que le hubiera permitido al Irán proestadounidense acceder a grandes cantidades de plutonio y uranio enriquecido, elementos con los que es posible fabricar un arma atómica. Pingüe negocio que se disputaban Westinghouse y General Electric.

Pero en 1979, el programa se detiene por el triunfo de la revolución antimperialista encabezada por el ayatola Jomeiní en el país persa. Este intentaría más tarde reanudarlo, pero las corporaciones occidentales se retiraron con distintos pretextos. Luego la gravosa guerra con Irak (1980-1988) y las presiones de Estados Unidos y otros de sus aliados occidentales dilataron la finalización del reactor nuclear de Bushehr con asistencia rusa, que solo comenzó a aportar electricidad a la red nacional en 2011. Irán, firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT por su sigla en inglés), ha cumplido con rigor sus compromisos internacionales en materia nuclear, certificado así reiteradamente por la Organización Internacional de Energía Atómica, que lo ha sometido a inspecciones de una profundad sin precedentes y nunca ha encontrado pruebas de que se prepare para fabricar armas nucleares. Además, ha sido objeto de constantes y costosas sanciones de Estados Unidos y sus aliados, que han afectado mucho su desarrollo económico y el bienestar de su población. Sin embargo, y aquí se ve muy claro el cinismo y la doble moral del orden internacional impuesto por Washington, Israel, que no es firmante del NPT y que no subsistiría sin la copiosa ayuda económica estadounidense, posee al margen de la ley no menos de 200 bombas nucleares suministradas por su aliado yanqui.

No obstante, el presidente Obama promovió un acuerdo para solucionar el conflicto por el programa nuclear iraní, conseguido con gran esfuerzo. Básicamente consistía en el cese del enriquecimiento de uranio por parte de Teherán sin renunciar a su programa nuclear a cambio de un levantamiento gradual de las sanciones. Considerado creativo y realista por muchos analistas, el pacto, conocido como 5 + 1 e Irán reunió durante años el trabajo de las diplomacias del país persa, Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia, Alemania y la Unión Europea y fue firmado en 2015. Pero Trump desde su campaña electoral lo catalogó como el “peor” firmado por Estados Unidos en su historia. Era de esperar. Aparte de la banalidad e ignorancia del entonces candidato, su campaña fue aceitada con abundante dinero sionista justo a cambio de romper el 5 + 1 y gran parte de su electorado en el sur de Estados Unidos está formado por cristianos sionistas, un subproducto del neopentecostalismo. Trump es únicamente comparable con Hitler en el arte de romper acuerdos internacionales. Ha sacado a Estados Unidos, entre otros, del NPT, del tratado sobre cambio climático, del de regulación de armas estratégicas, del de armas nucleares de alcance medio, todos de trascendental importancia para la supervivencia de la humanidad.

Irán no se rendirá. Al asfixiarlo económicamente y amenazarlo militarmente, el magnate exacerba al extremo una causa de conflicto bélico que podría arrasar el Medio Oriente, pero también arrastrar a la humanidad al abismo nuclear, si se complica


Chile y la batalla entre dos modelos. Angel Guerra Cabrera

octubre 31, 2019
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Punto de giro en la Patria Grande. La heroica rebelión del pueblo chileno contra el modelo que los fundamentalistas de mercado proclamaban como la panacea del mundo, ha hecho hundir al neoliberalismo irreversiblemente en el más profundo de los descréditos. Lo reafirma más aun la valentía con que jóvenes, mujeres, ancianos, el pueblo todo, se enfrentan a la represión pinochetista de Sebastián Piñera. Las multitudes de participantes desarmados en las marchas pacíficas, avanzan resueltamente hacia líneas de carabineros que disparan a mansalva gases lacrimógenos, balas de goma y perdigones que ya han ocasionado 3712 detenidos, entre ellos 404 menores de edad, mil 233 heridos y pérdida de visión o lesiones oculares a más de 100 personas, mujeres y hombres agredidos sexualmente y torturados, a veces en plena calle. Los esbirros disparan a la cara en busca del máximo terror. Hay 20 fallecidos pero las causas específicas no me quedan claras. La batalla de Chile es parte fundamental de la de mayor alcance que se dirime en América Latina y el Caribe, y en el mundo, por la hegemonía política. De un lado, el modelo neoliberal; del otro, uno llamado a desmantelarlo, como hemos visto en Venezuela, Bolivia, en el primer gobierno kirchnerista, en los de Lula y Dilma, en Uruguay y Nicaragua. En Honduras con Zelaya y en Paraguay con Lugo hasta el derrocamiento de ambos. Se trata de lograr la regresión del neoliberalismo cuanto más y hasta donde sea posible, según la correlación de fuerzas en cada país, considerando que aunque agoniza, es el patrón de acumulación por ahora hegemónico, al menos a escala del capitalismo occidental.

Un acontecimiento muy importante para el rumbo político progresista de la región fue la rotunda victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador con una agenda antineoliberal, de independencia, soberanía y dignidad nacional. El hecho puso en cuestión la insostenible fábula del fin de ciclo progresista. Mucho más al producirse en México, uno de los países más extensos, poblados, importantes económicamente e influyentes de Nuestra América. Pero se ve cada día más claro que en los Estados donde gobiernos progresistas fueron derrocados o derrotados electoralmente, o en aquellos donde por años ha gobernado la derecha, caso de Colombia y Perú, al neoliberalismo no le va nada bien y es rechazado enérgicamente por crecientes luchas populares, como en Argentina, Brasil y Honduras. En esas estábamos y en octubre de este año estalló el formidable levantamiento indígena y popular en Ecuador contra el paquetazo del Fondo Monetario Internacional (FMI); aunque no haya conseguido sus objetivos por ahora, demostró la capacidad ofensiva de las fuerzas populares ecuatorianas, que ahora enfrentan una nueva ronda de conversaciones con el gobierno del traidor Moreno.

La resonante victoria electoral de Evo Morales en los comicios del 20 de octubre confirma también la viabilidad de una América Latina antineoliberal, pese a las patadas de ahogado de Mesa y sus socios separatistas de Santa Cruz. La transparencia con que el gobierno boliviano ha abierto la elección a la observación internacional y las gigantescas muestras de apoyo popular a su favor pondrán punto final al intento oligárquico-imperialista de robarse las elecciones a costa del voto indígena.

Mientras, en Argentina, otro país de la mayor importancia regional por razones semejantes a México, el resultado de las elecciones del 20 de octubre, con la victoria del dúo Fernández-Fernández muestra un rechazo frontal al neoliberalismo 3.0 de Macri y el anhelo de retomar el camino de la dignidad de ser humano, la independencia nacional, la reindustrialización, el empleo y el derecho a la educación y salud. De inmediato, se prevé un acuerdo sobre salarios que permita reactivar el mercado interno, que junto a una nueva fiscalidad permitirá avanzar en la agenda social. No le resultará nada fácil a Alberto y Cristina en un país saqueado y endeudado hasta el tuétano por los grandes capitales socios de Macri. Ese mismo día ganaba Daniel Martínez, candidato del Frente Amplio la primera vuelta de la elección uruguaya. Será cuesta arriba, pero no imposible, ganar el balotaje contra la derecha unida. No debe omitirse la derrota electoral del guerrerista y corrupto uribismo en las alcaldías de Bogotá y Medellín, un paso a favor de la paz.

En este contexto, la heroica resistencia y batalla por su desarrollo de Cuba y Venezuela, en muy difíciles condiciones de creciente y cruel guerra económica y de cuarta generación por parte de Estados Unidos, constituye una contribución excepcional para inclinar la balanza del lado de los pueblos y uno de los estímulos morales más importantes en este momento para el movimiento revolucionario y progresista latinocaribeño. Este, a la vez, tiene el sagrado deber de multiplicar sus esfuerzos solidarios con las Revoluciones Cubana y Bolivariana, misión que debe colocar como una prioridad máxima de su agenda.


No es tan fácil Mr. Trump. Angel Guerra Cabrera

mayo 30, 2019

Los operadores del presidente Donald Trump quieren acabar pronto con los gobiernos revolucionarios y progresistas de América Latina y el Caribe y hablan descaradamente de la vigencia de la Doctrina Monroe. Pero el paso de los meses ha puesto a pensar por lo menos a su jefe que la tarea no es tan fácil. Lo hizo expresar su frustración por el fracaso del plan relámpago del asesor de seguridad nacional John Bolton para derrocar al presidente Nicolas Maduro y lo ha conducido a aburrirse del tema para concentrarse en la irresponsable política contra Irán, la del propio Bolton, de Pompeo y del yernísimo Jared Kushner. Hicieron creer a Trump que conseguirían quebrar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para que, al menos, un sector militar tumbara a Maduro, tal vez con una ayudadita de tropas especiales yanquis. Después de eso, pensaban, el gobierno cubano caería como ficha de dominó y el sandinismo en Nicaragua no duraría un suspiro. Helo a continuación.

Han transcurrido seis meses desde que Bolton anunciara en Miami sanciones contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, a los que denominó la “troika de la tiranía” (1-11-2018). Añadió que Estados Unidos esperaba ver caer “cada sórdido triángulo del terror” en La Habana, en Caracas y en Managua.

En marzo pasado, hinchado por los desorbitados elogios prodigados por Bolsonaro en su visita a la Casa Blanca, Trump proclamó triunfalmente la llegada del “crepúsculo del socialismo”. Meses más tarde, Bolton, de nuevo en la ciudad floridana, cuando celebraba a los integrantes de la brigada mercenaria de la CIA derrotada 58 años antes en Playa Girón por el pueblo cubano, a la que con su mendacidad habitual inventaba batallas y hechos heroicos solo ocurridos en su afiebrada imaginación, anunció nuevas sanciones contra Cuba y los otros dos miembros de la “troika”. En aquel momento, eras tales los aires marciales despertados por la compañía de los freedom fighters de Bahía de Cochinos y por sus propias y delirantes mentiras que hicieron exclamar al super halcón: Cuba, Venezuela y Nicaragua están empezando a desmoronarse. En ese discurso dio a conocer la suspensión de las exenciones al título III de la ilegal e inmoral ley Helms-Burton decretadas cada seis meses desde 1996 por el presidente Clinton y sus sucesores y por el propio Trump hasta el anuncio de Bolton. Ello, claro, no libera a Clinton de su responsabilidad histórica en la aprobación de una norma que codificaba todas las leyes del bloqueo, concebido desde su inicio, hace casi 60 años, como cínicamente escribió entonces el subsecretario de Estado Lester Mallory: La mayoría de los cubanos apoya a Castro… El único modo efectivo para hacerle perder el apoyo interno(al gobierno) es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria… Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica… negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de disminuir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno.

Las sucesivas exenciones al mencionado título III obedecieron a un acuerdo con la Unión Europea y Canadá, que habían puesto pleito a Estados Unidos en un tribunal de la OMC por la posible aplicación que pudiera hacer de esa sección de la ley. Sus inversiones en Cuba podían resultar muy perjudicadas al abrirse la posibilidad de que antiguos dueños de propiedades nacionalizadas por la Revolución Cubana pudieran reclamar compensaciones a quienes se beneficiaran de ellas, como puede ser el caso de los inversionistas en la isla. Existe, además otra razón fundamental, la agresiva extraterritorialidad de la norma y, por tanto, el precedente que podía sentar.

Pero como es sabido, a Estados Unidos, que nunca fue muy dado a respetar el derecho internacional, en la actualidad le importa un bledo. Trump ha roto tratados y acuerdos sin inmutarse, incluso tan delicados como el Acuerdo de París para el cambio climático o el tratado de misiles de alcance corto y medio con Rusia. El caso del bloqueo a Cuba es paradigmático de un atropello sin igual a la ley internacional pues como acaba de comentar el canciller ruso Serguei Lavrov en conferencia de prensa con su par cubano Bruno Rodríguez, solo dos países en el mundo votan en la ONU a favor de la medida de fuerza. Lo peor para Washington es que pese a todo el daño que hace el bloqueo a la economía y a los cubanos no ha logrado ni logrará doblegarlos, como tampoco a los venezolanos. Hay que ver cómo Cuba y Venezuela, cada una en su circunstancia, están dando la pelea por salir adelante. Es una de las razones por las que el autoproclamado títere de títeres se ha desinflado de tal forma que, contrariamente a todo lo que prometió a sus partidarios, ha tenido que aceptar las pláticas en Oslo para un arreglo político en Venezuela. Pero, cuidado, la potencia del norte nunca aceptará países independientes en su patio trasero.


Venezuela resiste, Trump fracasa. Angel Guerra Cabrera

mayo 9, 2019
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Milhares nos arredores do Palácio Miraflores em defesa da democracia.

Después del fallido intento golpista de Leopoldo López y Juan Guaidó en el distribuidor Altamira de Caracas, sin que los militares bolivarianos necesitaran disparar un tiro para desactivarlo, algunos medios hegemónicos se han visto forzados a explicar las causas del descalabro. Debe considerarse que a más de tres meses de su autoproclamación ni una sola de las iniciativas del “presidente interino” ha tenido éxito, no obstante que Washington dirige cada uno de sus pasos y el apoyo total conque cuenta de los medios hegemónicos. Es muy cómica, por cierto, la denominación de rebelión cívico-militar para la fallida escaramuza, acuñada por CNN en español, entre otras bocinas del aparato de propaganda de guerra de Estados Unidos.

El mayor fracaso del plan golpista, supervisado personalmente por John Bolton y Elliot Abrams en tiempo real, consistió en la magra respuesta de militares – de ellos, la mayoría engañados-, la ausencia de opositores en el distribuidor pese al llamado que les hiciera muy temprano el autoproclamado y también el hecho de que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana mantuviera intacta su cohesión, al revés de lo que esperaban la Casa Blanca, López y Guaidó. Sin ello no se podía cumplir el objetivo de lograr los muertos necesarios para provocar la intervención militar estadounidense. Mucho menos conseguir el anhelado derrocamiento del presidente Nicolás Maduro.

Leamos algunas perlas de medios hegemónicos, inequívocamente comprometidos con la oposición venezolana y con el plan estadounidense de derrocamiento de Maduro. Esta de El País, de Madrid: Lo que se vio el sábado en las calles de Caracas es la enésima muestra de una estrategia que parece haber perdido impulso a pesar de los sobresaltos de los últimos días. La acción convocada por Guaidó para que sus seguidores se concentraran en los cuarteles y en las bases militares con el propósito de convencer a los uniformados de cambiar de bando tuvo un resultado meramente simbólico… según pudo comprobar El País en los alrededores de la base aérea de La Carlota y en la Comandancia General de la Guardia Nacional Bolivariana, apenas reunió a cientos de personas que entregaron un documento a algunos miembros de las fuerzas armadas.

Esta otra del Clarín de Buenos Aires: «Unas 10 horas después del anuncio de Juan Guaidó sobre la «liberación» del líder opositor Leopoldo López, poco ha cambiado en la Venezuela de Nicolás Maduro: ni batallones repletos de soldados hastiados se sumaron a la rebelión popular, ni las calles se llenaron de opositores dispuestos a llegar al Palacio de Miraflores para acabar con lo que el jefe del Parlamento y «presidente encargado» llama «la usurpación». Y, mucho menos, ha caído el régimen chavista». Pero he aquí qué confesión en otra nota firmada por Pablo Bifi: «El respaldo militar a Maduro es clave, pero no la única pata que le permite mantenerse en el poder. Es innegable que aún, y pese al descalabro de la economía que golpea por igual a chavistas y antichavistas, el régimen goza de un respetable apoyo en sectores de la sociedad que viven del sueño de la Revolución Bolivariana…”

Y es que esa revolución tiene hondas raíces en la historia y la cultura venezolanas: bolivarianas, africanas, indígenas, de luchas campesinas y obreras, cultivadas con esmero por Hugo Chávez y sus continuadores. El magisterio que el comandante realizaba desde su programa Aló presidente, en sus discursos y con el ejemplo de su vida quedó firmemente arraigado en el corazón y la mente de los venezolanos. Sin olvidar la práctica de las masas empoderadas no solo con el voto, sino con su influencia en la decisión del rumbo de las transformaciones. Por eso Venezuela resiste y por eso Trump y sus títeres fracasan. Las traiciones, como la del jefe de la inteligencia bolivariana, no son nuevas en tiempos de revolución ni cambian el destino de ninguna empresa liberadora.

Lo que la hace mucho daño a ese heroico pueblo que resiste en Venezuela, como lo hace al de Cuba, es la guerra económica, las llamadas sanciones. Ese es su objetivo: castigar sin piedad al pueblo para forzarlo a rebelarse contra el gobierno. Lo confirma esta reciente declaración, sobre los casos de Venezuela, Cuba e Irán, de Idriss Jazairy, relator especial de la ONU sobre el impacto de las sanciones unilaterales en los derechos humanos: las diferencias políticas entre gobiernos nunca deben resolverse induciendo desastres económicos o humanitarios a la población… recurrir a esas medidas económicas, con propósitos políticos, viola los derechos humanos y la normativa internacional ya que pueden precipitar catástrofes humanitarias de grandes proporciones. Es la hora de la más amplia y generosa solidaridad con los pueblos sometidos al castigo económico de Washington. En particular, de la solidaridad con Venezuela, donde al imperio le urge acabar con la utopía.


Trump vs Putin en Venezuela. Angel Guerra Cabrera

marzo 28, 2019

Rusia “tiene que salir de Venezuela” y para conseguirlo “todas las opciones están sobre la mesa” declaró el presidente Donald Trump desde la Casa Blanca el miércoles 27 de marzo. A su lado, visitante de honor, la esposa del supertítere Juan Guaidó, el más lacayo y descolorido de la legión de lacayos del Grupo de Lima. Otra señal de que Estados Unidos, a consecuencia de su crisis de hegemonía, intenta restablecer la infame doctrina Monroe, como han reiterado varios de sus voceros oficiales.

Pero, ¿qué se puede esperar de Trump? Acaba de proclamar la soberanía de Israel sobre las ocupadas Alturas de Golán, territorio de Siria, hecho que subraya el desprecio por las leyes internacionales del magnate y la pandilla de maleantes a la que ha encargado la política exterior. Igual el ilegal reconocimiento que hizo de Jerusalén como capital del Estado sionista, el descarado golpe continuado y preparativos de intervención militar contra la República Bolivariana de Venezuela a plena luz del día y dirigidos a punta de tweets desde la Casa Blanca. Sin olvidar la degradación al mínimo de las relaciones diplomáticas con Cuba y el recrudecimiento brutal del bloqueo luego de los modestos avances logrados en el segundo mandato de Obama. En ambos casos su gobierno ha pretendido justificarse mediante una catarata de mentiras y calumnias, como que la isla mantiene más de 20 mil soldados en Venezuela o los fantásticos ataques sónicos contra su personal diplomático en La Habana.

Mal que bien, la relativa observancia de la legalidad en el sistema internacional con posterioridad a la fundación de la ONU en 1945 permitió mantener ciertos equilibrios y previsibilidad de los acontecimientos. Había guerras de agresión genocidas como en Vietnam o la larga campaña terrorista contra Cuba después del fracaso de la invasión por Playa Girón. No es nuevo que Estados Unidos pisotee el derecho internacional. Siempre lo ha hecho, pero había ciertos límites, líneas rojas como se dice últimamente, que ninguna de las grandes potencias cruzaba. Ahora Estados Unidos aplica pura la ley de la selva en las relaciones internacionales. Washington comenzó a violar de manera cada vez más impúdica no solo las leyes internacionales, sino sus propias Constitución y leyes desde Ronald Reagan, con su sangrienta intervención en los conflictos centroamericanos y el desencadenamiento de una guerra mercenaria contra la Nicaragua sandinista, origen del mayúsculo escándalo Irán-Contras, Esa conducta se incrementó con las administraciones posteriores, tal vez una relativa pausa durante el período de James Carter. Pero fue retomada por Bush padre, Clinton, Busch hijo y Obama. Justo a partir de este, además de la continuidad de las intervenciones militares directas, con “botas en el terreno”, como en Irak y Afganistán, o más enmascaradas como en Libia y Somalia, aumentaron considerablemente los asesinatos con drones, las operaciones con grupos de operaciones especiales y cobraron auge los cambios de régimen mediante el uso de los llamados golpes blandos o suaves. Un ilustrativo ejemplo de esto fueron las denominadas revoluciones de colores y el golpe de Estado en Ucrania, concebido en realidad para imponer un gobierno vasallo, que expulsara a la flota rusa del Mar Negro del puerto de Sebastopol y, al servicio de la OTAN, erigiera una grave amenaza a ese importante flanco defensivo de Rusia.

Así como se enarboló por George W, Bush el Eje del Mal (integrado por Corea del Norte, Irak e Irán) para justificar la llamada guerra contra el terrorismo, recientemente el consejero de seguridad nacional y neocon John Bolton habló de “una troika de la tiranía” en referencia a Venezuela, Cuba y Nicaragua, aunque por lo menos una fuente de la Casa Blanca afirma que también Bolivia está incluida no obstante no haber sido mencionada en aquel momento. Más tarde, en un discurso electoralista en Miami Trump, con su ignorancia enciclopédica aseveró: «Cuando Venezuela, Cuba y Nicaragua sean libres, este será el primer hemisferio libre (de socialismo) en toda la historia de la humanidad”. Recuérdese que Bernie Sanders y varios diputados demócratas se reivindican como socialistas.

¿Basado en qué principio legal o moral puede Trump decir que Rusia se tiene que ir de Venezuela? Solo pensando en el uso de la fuerza tendría sentido práctico semejante declaración, porque Rusia y Venezuela tienen derecho como estados soberanos miembros de la ONU a mantener acuerdos de suministro de armas y cooperación militar. Por cierto, acuerdos que pronto cumplirán dos décadas. Nadie se los puede prohibir. Mucho menos cuando Washington practica una guerra contra Caracas en prácticamente todas las esferas vitales para la subsistencia de una sociedad y un estado, como son los sabotajes contra su sistema energético y, encima la amenaza con una inminente intervención militar, a la vez que observa una actitud cada vez más hostil hacia Moscú, que considera al país bolivariano su aliado estratégico.


Adiós neoliberalismo en México. Angel Guerra Cabrera

diciembre 6, 2018

La toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como presidente ha confirmado la telúrica voluntad de cambio de régimen expresada el 1 de julio por más de 30 millones de mexicanos. La desbordante manifestación popular en la capital y otras ciudades, las lágrimas de emoción de muchas personas. Los valientes y sustantivos discursos de AMLO en el Congreso y en el Zócalo, muchas de las promesas de campaña ya convertidas en leyes. No hay duda de que México se adentra en el cuarto eslabón de su trayectoria de enormes cambios políticos y sociales, iniciada por Hidalgo y Morelos, continuada por Juárez, los Flores Magón, Madero y Carranza, Zapata, Villa y el general Lázaro Cárdenas.

Las grandes huelgas obreras de los cincuentas y sesentas, el ciclo de lucha armada iniciado en el cuartel de Madera, el movimiento estudiantil-popular de 1968, la eclosión del Frente Democrático Nacional, el levantamiento zapatista de 1994, las luchas sociales contra las políticas neoliberales, y la gran cruzada lopezobradorista por un nuevo México, hostilizada sin piedad por los pulpos mediáticos y víctima de monumentales fraudes electorales, son antecedentes inmediatos del nacimiento del Movimiento de Regeneración Nacional(MORENA) y su llegada al gobierno el pasado 1 de diciembre.

AMLO ha pronunciado conceptos para la historia en estos días. Tomo esta cita que a mi juicio explica el cuadro político y social propiciatorio de que el recio líder popular brotado en la Chontalpa y, ahora por fin con la banda presidencial al pecho, haya llegado hasta allí: “La crisis de México se originó, no sólo por el fracaso del modelo económico neoliberal, aplicado en los últimos 36 años, sino por el predominio… de la más impúdica corrupción pública y privada…Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo. Esa es la causa principal de la desigualdad económica y social y también de la inseguridad y la violencia que padecemos… En este tiempo, la economía ha crecido en dos por ciento anual. Y tanto por ello como por la tremenda concentración del ingreso en muy pocas manos, se ha empobrecido a la mayoría de la población hasta llevarla a buscarse la vida en la informalidad, a emigrar masivamente o a buscar el camino de las conductas antisociales”.

Desde su elección, AMLO aprovechó los cinco meses transcurridos hasta ser investido presidente para perfilar su futuro gabinete y avanzar en su plan de gobierno apoyado en la mayoría legislativa conseguida por Morena y sus aliados de la coalición Juntos Haremos Historia. Así que el 1 de diciembre, cuando rindió protesta, ya tenía cumplidas o rumbo a cumplir varias promesas de su campaña electoral. Entre ellas cito la cancelación del aeropuerto que una minoría depredadora pretendía construir en Texcoco, indiferente a la catástrofe ecológica que traería y con el único fin de aumentar sus obscenas fortunas; la disolución del Estado Mayor Presidencial, instrumentador de irritantes privilegios y de nada glorioso historial; la venta de fastuoso avión presidencial y pronto de la flota aérea al servicio de los altos funcionarios; finiquitar Los Pinos como residencia presidencial y transformarla en una casa de cultura y esparcimiento ciudadano; liquidar las onerosas pensiones de los ex presidentes y los privilegios de que disfrutaban con cargo al presupuesto, incluyendo el numeroso personal militar y civil a su servicio; derogar la supuesta reforma educativa, humillante para los maestros; duplicar la pensión universal a los adultos mayores, extensible a las personas con capacidades diferentes; inéditas becas a estudiantes preparatorianos y universitarios, programa para cientos de miles de jóvenes humildes, que ahora no estudian ni trabajan y recibirán salario como aprendices. A “por el bien de todos primero los pobres”, AMLO ha añadido “primero los indígenas”.

Destacan por su simbolismo la creación, por decreto presidencial, de la Comisión de la Verdad sobre Ayotzinapa, horrendo crimen impune de desaparición de 43 jóvenes estudiantes, y, medio siglo después de 68, la desaparición del cuerpo de granaderos de la capital, una de las demandas de aquel movimiento. Ambas medidas indican que en el gobierno que inicia no habrá represión a los movimientos populares, hecho inédito en décadas.

Resalta la presencia de una importante representación de jefes de Estado latinoamericanos en la instalación de AMLO, incluyendo entre ellos a los presidentes Miguel Díaz-Canel, de Cuba; Evo Morales, de Bolivia y Nicolás Maduro de Venezuela. Este a contrapelo de grandes presiones de la derecha y de las bocinas mediáticas. Al presentar al primero, AMLO mencionó a la “hermana” Cuba, y lo sentó a su lado en la comida. México, aseguró, no dejará de pensar en Simón Bolívar y José Martí, quienes junto con Benito Juárez nos siguen guiando…


Doble paliza de Cuba a Estados Unidos. Angel Guerra Cabrera

noviembre 1, 2018
Estados Unidos fue derrotado esta semana por Cuba y una abrumadora mayoría de estados en la Asamblea General de la ONU. No solamente La Habana logró la aprobación por vigésima séptima vez consecutiva de la resolución contra el bloqueo a que la somete el poderoso vecino del norte. En votación por efectuarse en horas también derrotaría una retorcida maniobra de este, que intentaba desvirtuar el sentido de la resolución y justificar desesperadamente la brutal medida de fuerza contra el pueblo cubano.
En relación al alocado intento estadounidense de última hora, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla manifestó que Washington en sus intentos de incrementar la hostilidad contra Cuba no ha tenido límites en crear dificultades a la Asamblea General de la ONU(AGNU). Explicó que el Departamento de Estado presentó hace unos días un texto con ocho párrafos de enmiendas al proyecto de resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba.” Pero luego aviesamente dividió ese documento en ocho enmiendas separadas que someterá… a análisis en la AGNU, añadió.

Consideró que Estados Unidos tenía como objetivo crear pretextos para justificar el bloqueo y crear la ilusión de que tiene apoyo internacional. Otra vez Washington superándose a sí mismo en cinismo. Las enmiendas están relacionadas con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sustentable, algo insólito, pues Cuba fue uno de los pocos países reconocidos por la ONU por su cumplimiento de los Objetivos del Milenio y, no obstante el bloqueo, su sistema social le permite alcanzar de seguro los objetivos para 2030. El otro tema es los derechos humanos, en que Cuba tiene un ejemplar expediente, en contraste con su acusador, violador serial de esos derechos en su territorio y en todo el planeta. El propio bloqueo es, en sí mismo, una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos, prolongada por casi sesenta años, la medida punitiva más injusta, cruel y prolongada a que haya sido sometido un pueblo.

El bloqueo, desde la fecha de su aplicación, ha provocado a la isla perjuicios por más de 134 mil 499 millones 800 mil dólares. Pero si se tomara en cuenta la depreciación del dólar respecto al oro en el mercado internacional, esa cifra asciende a 134 mil 499 millones 800 mil dólares. Solo entre abril de 2017 y marzo del 2018, el daño equivale a 4 mil 321 millones 200 mil dólares

El bloqueo es el principal obstáculo para el desarrollo de las potencialidades de la economía cubana. Constituye un freno a la implementación tanto del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social, como de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, como lo han expresado varias agencias de la ONU en sus informes sobre el período 2017-2018. He aquí un fragmento del informe de la Oficina de la Coordinadora Residente en Cuba de la ONU para las Actividades en pro del Desarrollo: “Cuba es un país con un alto índice de desarrollo humano. Las autoridades nacionales han expresado su compromiso con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. El bloqueo afecta la capacidad de Cuba para garantizar la calidad constante de los servicios públicos universales, como la salud y la educación, debido a la existencia de restricciones comerciales que impiden la compra de suministros médicos y materiales didácticos de empresas estadounidenses. Hay productos que no pueden adquirirse porque están hechos en los Estados Unidos o tienen componentes, inclusive tecnologías, provenientes de ese país que pueden salvar vidas, prolongarlas o aumentar la calidad de vida.

La implementación del bloqueo ha obstaculizado el acceso de Cuba a la tecnología y el equipo necesarios para el aprendizaje avanzado, la investigación científica y la innovación”.

Bajo el gobierno de Trump, el bloqueo ha sido recrudecido en todos los órdenes, pero sobre todo en la persecución de las operaciones financieras de la isla, lo que se ha convertido en un grave obstáculo para su sistema de cobros y pagos. Esto obedece a las gravosas multas impuestas por Washington a numerosos bancos de terceros países por cualquier cosa que los relacione con la economía cubana. De igual modo, las alertas de viaje emitidas a sus ciudadanos, basadas en mentiras sobre daños que supuestos rayos sónicos habrían causado a sus diplomáticos en La Habana han afectado considerablemente las visitas de los estadounidenses a Cuba.

Se anuncian nuevas medidas económicas y políticas de Estados Unidos contra Cuba, Venezuela y Nicaragua. Nada de eso rendirá a sus pueblos, como no los han rendido hasta hoy sus constantes agresiones. El precio de la dignidad de los procesos emancipadores es enfrentarse con resolución y sin vacilaciones a los chantajes, castigos y crímenes del imperialismo y las oligarquías. No hay alternativa y es el único camino a la victoria.


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