Al escuchar las severas críticas que se han hecho a las propuestas del Gobierno sobre la crisis inducida por el coronavirus, aprobadas a regañadientes y con enfáticas presunciones de haberse anticipado, pensé en esta magnífica fábula del ciempiés, que publiqué en septiembre de 2013 y repito ahora:

Y se dirigió a la consulta del tan renombrado lince. Le explicó el mal “estructural” que le aquejaba. El lince reflexionó durante algún tiempo y después, mirando fijamente al ciempiés, le dijo: “Ya lo tengo. Lo que debe hacer es convertirse en cuadrúpedo: cuatro patas dan una gran estabilidad y, movidas horizontal o transversalmente, permiten un desplazamiento bien controlado”.
El ciempiés escuchó con fruición la recomendación del sabio lince y se marchó agradecido y alborozado.
Pero, de pronto, se detuvo y se dijo: “Me ha dicho lo que debo hacer… pero no cómo”… Desanduvo a toda prisa –la que le permitían sus cien pies embarullados- el camino recorrido, se presentó delante del lince y exclamó: “Me ha gustado mucho la solución que me ha dado… pero se le ha olvidado decirme cómo”. El lince le miró de nuevo fijamente y le dijo (¡en inglés!): “This is not my role. I am a policymaker” (“Esta no es mi función, yo soy un político”).
Moraleja: a partir de ahora, en los programas electorales, en los debates parlamentarios, en todos los proyectos y propuestas… los ciudadanos no olvidaremos exigir que los qué vayan acompañados de los cómo. Así, verbigracia: “…la solución está en crear empleo”. ¿Cómo?; …vamos a asegurar el bienestar social”. ¿Cómo?, etc., etc., etc.”.
Ante amenazas globales como las que suponen el cambio climático y el coronavirus todos los ciudadanos tienen el derecho y los políticos el deber de afanarse en hallar los cómo y no pretender usar los qué en su provecho.
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