Diálogo en cuarentena. ¡Se te va a caer la Corona! Iván Padilla Bravo 

mayo 6, 2020

 

La expresión se ha utilizado, en nuestro hablar común, para referirse a las personas pretenciosas que, en sus refinamientos, parecieran correr el riesgo de perder «poder».

En el titular de esta nota de opinión, lo utilizamos en el tono de la bicentenaria profecía comunista que, basada en el auténtico poder organizado del proletariado augura la alborada de una  sociedad nueva que, en solidaridad, se erige sobre la burguesía y el dominio del capital.

Desde Venezuela aportamos nuestra contribución revolucionaria desde el proyecto Bolivariano y Chavista que, convertido en Gobierno, lleva más de 20 años  bajo la guía Constituyente que -estratégicamente- perfilara el Comandante Hugo Chávez como Presidente, desde 1999, junto al Poder Popular organizado política y  militarmente.

Esto es necesario decirlo en el momento cuando nos referimos al derrumbe de la  Corona del hegemón, de los autonombrados «amos del mundo» y de sus voceros imperialistas yanqui-sionistas, expresados a través del Gobierno estadounidense y  su figura gubernamental en la actualidad: Donald Trump.

La experiencia revolucionaria que protagoniza el Poder Popular en Venezuela, a través de su Revolución Bolivariana, contiene elementos inéditos, pero una misma esencia de clase proletaria. La coyuntura mundial en la que está se inscribe tiene que ver con el indudable derrumbe de la expresión neoliberal del capitalismo. Necesario es recordar que ese derrumbe está apuntalado, además, por un hecho histórico de relevancia mundial, desarrollado en varias ciudades venezolanas, en 1989, el cual fue identificado mediáticamente como «Caracazo» o también como «sacudón».

La perseverancia popular y la de sus gobiernos, -primero el presidido por el líder Comandante Hugo Chávez y hoy el que encabeza nuestro presidente y también líder actual, Nicolás Maduro- ha desesperado a tal punto a los amos del mundo, que cada reunión anual bajo el ropaje «Bilderberg» les lleva a ordenar que se arrecien las medidas de exterminio, bloqueo, hambruna, asedio, del consecuente pueblo venezolano y de su gobierno de Poder Popular organizado.

De verdad verdad estamos transitando los tiempos definitivos para la caída de la Corona. La misma Corona contra la que resistieron -y en buena medida derrotaron culturalmente- nuestros pueblos originarios enfrentados a la conquista y colonización. La misma Corona que enfrentaron nuestros patriotas con Bolívar, Sucre, Miranda, Ribas, Chirino, Camejo, entre tantas y tantos otros, al frente de las  múltiples y diversas luchas independentistas, hoy memoria Bicentenaria. La misma Corona de saña igualmente imperial -lo decimos sin metáforas- a la que hoy nos enfrentamos con armas político-sanitarias para contribuir a vencer, desde nuestra Patria, la pandemia mundial generada por el Covid-19 o CORONAvirus.

A estas sucesivas luchas se suma la batalla librada por nuestros pescadores, milicianas y milicianos, Fuerza Armada Nacional Bolivariana y cuerpos policiales, en contra del invasor, neoconquistador y neocolono, que pretendió mancillar nuestro suelo patrio con una invasión paramilitar, con mercenarios narcoparacos, procedentes de territorio colombiano y alentada por el Departamento de Estado gringo, el Pentágono y el supremacista Donald Trump, en la vocería más descarada y truculenta del los últimos tiempos imperiales.

Venezuela y el mundo saben que a los amos del mundo se le va a caer la Corona. Estos son los postreros tiempos del dominio imperial y el papel del Poder Popular venezolano es decisivo en esta tarea de liberación y avance en la edificación del socialismo, la sociedad solidaria que Chávez nos enseñó a llamar Patria socialista.

 

Ilustración: Iván Lira

 

 


Diálogo en cuarentena. Palmeros, palmas y la rebelión contra la corona. Ivan Padilla Bravo

abril 5, 2020

Desde Venezuela y con el compromiso Bolivariano y Chavista de vencer

Va mi abrazo inmunológico también.

La tradición de cultivo, cuido y recolección anual de palmas en la montaña Guarairarepano, que encabeza la ciudad de Caracas, está asociada con la imposición del catolicismo que aquí arraigó el conquistador con su llegada a esta Abya Yala.

En Venezuela, esta tradición que se hace más visible el llamado «Domingo de Ramos», al comienzo de la semana Santa, es patrimonio cultural que cuenta con el aval de la Unesco.

Para llegar a este punto rutinario anual, que escucho desde niño, y en el que acompañábamos a nuestros padres a una iglesia católica, para buscar la «Palma bendita» que luego se usaría como una especie de talismán protector personal y de la familia, es bueno recordar que los ramos refieren la entrada de Jesús de Nazaret en la ciudad de Jerusalén.

La llegada, descrita por la tradición oral que mucho más tarde se recoge en La Biblia, atribuyendo su autoría a cuatro evangelistas, no detalla el nivel de conflictividad social que se vivía en todos aquellos pueblos. Cansados de las monarquías y sus leyes, aquellos pueblos pobres y esclavizados de entonces, vieron una oportunidad de liberación en la figura de un predicador que fue capaz de rebelarse contra todo lo establecido.

Si yo lo digo con una imagen muy cercana en Venezuela, me permito hacerlo con la figura y proyecto Bolivariano del Comandante Hugo Chávez, al momento de resultar elegido, constitucionalmente, para el ejercicio de la Presidencia de la República, en aquellos comicios democráticos celebrados el 6 de diciembre de 1988. ¡Este era el momento de las Palmas en Venezuela! Momento de gran esperanza y también de fe.

Las palmas o los ramos, en este sentido, tienen el mismo significado de concreción -en ambos casos- del resultado de una prolongada lucha de clases, que parece ver como cierta la victoria sobre la Corona de dominación que oprime sistemáticamente a los más pobres y excluidos en todas las sociedades.

Siempre me llamó la atención que la Iglesia católica (en verdad no sé si las demás iglesias cristianas también lo hacen) recordara en una semana todos los acontecimientos bíblicos asociados con Jesús y la Pascua judía, pero colocando el énfasis en la muerte y no en la vida, en la resurrección del muerto en la cruz, a quien la corona imperial había decidido torturar y asesinar. Se entiende que estamos en una celebración escarmiento al mismo estilo que aquí en Venezuela lo hicieron -entre otros ejemplos- con José Félix Ribas, el patriota decapitado, cuya cabeza fuera exhibida a la entrada del Valle de Caracas, para que no se multiplicaran con su ejemplo, los enemigos de la corona imperial.

Por eso resulta emblemático el hecho de que Jesús entra a Jerusalén celebrado por un pueblo que había puesto toda su esperanza de liberación en él. Una significativa parte de ese pueblo, al poco tiempo, le da la espalda, lo traiciona, se cuadra con los poderes fácticos imperiales y lo empuja hacia su muerte en la cruz. Esa es una reflexión que sigue teniendo perfecta vigencia hoy. El mensaje de salvación, de liberación, anda entre nosotros pero preferimos despreciarlo y seguir confiando en el mentiroso y egoistamente interesado, poder de los emperadores. ¡Leales siempre, traidores nunca!

Pero, además cabe recordar que hoy, actualmente, la rebelión contra la Corona es también contra el coronavirus, esa molécula infectada que prolifera por el mundo pretendiendo diezmar a la humanidad. Que sea este momento propicio, en cuarentena, para reafirmar nuestras convicciones de seguir luchando y vencer. Vencer a cualquier corona, al Imperio yanqui-sionista y hasta al mismísimo coronavirus.


Diálogo en cuarentena. Iván Padilla

marzo 30, 2020

¿Es el coronavirus la última de las sanciones de Trump?

El bufón -que no el dueño del circo- muestra su tarifada y fingida sonrisa desde la carpa de la Casa Blanca, haciendo fiesta con la proliferación de muertes que va dejando por todo el planeta la aplicación de la más reciente de las sanciones, creada por los amos del mundo en uno de sus laboratorios de armas bioquímicas para la amenaza o exterminio de la humanidad.

Donald Trump es tan sólo el bufón en el desarrollo de esta tragedia que hoy padece, como pandemia, el mundo entero. Sus amos le colocaron como figura  gobernante de los EEUU y, hasta ahora, no les ha defraudado en la aplicación de sus planes orientados a la perpetuación del dominio capitalista.

Tras su carcajada se esconde su propia muerte. Juega con fuego y muy probablemente esté entre los primeros en morir quemados, cuando se incinere completamente su sistema. Si es o no parte del precio de su tarea, uno no lo sabe.

Donald Trump, entre los gobernantes del supremacismo imperial yanqui-sionista en las últimas seis décadas, ha sido el de mayor inclinación ejecutiva en el decreto y aplicación de sanciones por el mundo entero, estando entre sus blancos predilectos para los disparos en este continente, Venezuela, Cuba y Nicaragua.

El desespero por ser fiel a sus amos escondidos tras la máscara del -comunicacionalmente- denominado Club Bilderberg, lleva a Trump al extremo de hacer mofa hasta de los crecientes estragos del coronavirus en su propio país.

Nadie duda hoy acerca de la «decisión estratégica» de los amos del mundo de inocular la molécula viral del Covid-19 dentro de la población China para colocar en jaque, frenar o destruir su economía y apartar de en medio a ese coloso que amenaza la hegemonía gringa sobre el planeta.

Es indudable, sin ser profetas o pitonisos, que el desarrollo de los efectos directos o colaterales del coronavirus sobre la dominante economía capitalista producirá, cuando menos, una dramática recesión o el inminente derrumbe del sistema que, basado en la explotación del proletariado por parte de una minoría burguesa, se ve estructuralmente amenazado por su propia arma de «defensa» y exterminio utilizada en esta oportunidad contra China, la cual se les devuelve como una especie de «autosanción».

En fin, el coronavirus, que mantiene en cuarentena a la inmensa mayoría de habitantes del planeta, podría ser la última de las «sanciones» que el bufón, con voz gangosa y la sonrisa convertida en morisqueta, decreta.

Ilustración: Iván Lira


A %d blogueros les gusta esto: