Farruco Sesto, Que no haya dudas, ¡Estamos en Revolució!

FARRUCO   El odio alentado por los medios empresariales y transmutado en violencia fascista, responde a una intención política de la derecha: que la Revolución no avance y se regrese a la hegemonía burguesa.
Es decir, que Venezuela no profundice sus cambios. Pues hay quienes piensan  que en el pasado reciente del puntofijismo todo estaba bien.
Pero quienes venimos de allá, de la IV República, testigos del sufrimiento de las mayorías y de sus dificultades para construir una vida digna de ese nombre, sabemos que, justamente, lo que debía producirse era un gran cambio estructural. Y eso es lo que estamos haciendo con voluntad suprema: intentar construir igualdad donde había opresión, justicia donde había iniquidad, inclusión donde había marginamiento, libertad real para todos donde lo que había era un papel mil veces violado.
Y para eso llegó Chávez, nuestro Comandante.
Y para eso aprobamos la Constitución Bolivariana.
Y para eso nos adentramos en un proceso transformador.
Y para eso elegimos ahora al primer presidente chavista Nicolás Maduro.
Todo esto tiene un sentido. El nuestro no es un gobiernito más.
¡Estamos en Revolución! ¡Es la Revolución!
Su objetivo final, planteado desde la seguridad de que es posible, es la construcción de un modo de vida mejor que, en su concepción de humanidad, nos haga más humanos, es decir, más libres, más cultos en el sentido profundo de la palabra, y al mismo tiempo y por todo ello, más felices.
Se trata de avanzar con éxito en la propuesta del vivir bien.
¿A quién no le conviene? A menos que se pertenezca a una desalmada élite gozosa de sus privilegios, la respuesta es obvia. La razón amorosa es infinitamente superior a la ideología de la distancia y de los compartimentos sociales.
Únicamente la ignorancia, el egoísmo y el miedo, sintetizados en un odio obsesivo utilizado como instrumento político, pueden ofrecer sus devaluados argumentos para darle algún oxígeno electoral al viejo régimen en su irremediable decadencia.
Farruco Sesto

El odio alentado por los medios empresariales y transmutado en violencia fascista, responde a una intención política de la derecha: que la Revolución no avance y se regrese a la hegemonía burguesa.
Es decir, que Venezuela no profundice sus cambios. Pues hay quienes piensan (a su conveniencia) que en el pasado reciente del puntofijismo todo estaba bien.
Pero quienes venimos de allá, de la IV República, testigos del sufrimiento de las mayorías y de sus dificultades para construir una vida digna de ese nombre, sabemos que, justamente, lo que debía producirse era un gran cambio estructural. Y eso es lo que estamos haciendo con voluntad suprema: intentar construir igualdad donde había opresión, justicia donde había iniquidad, inclusión donde había marginamiento, libertad real para todos donde lo que había era un papel mil veces violado.
Y para eso llegó Chávez, nuestro Comandante.
Y para eso aprobamos la Constitución Bolivariana.
Y para eso nos adentramos en un proceso transformador.
Y para eso elegimos ahora al primer presidente chavista Nicolás Maduro.
Todo esto tiene un sentido. El nuestro no es un gobiernito más.
¡Estamos en Revolución! ¡Es la Revolución!
Su objetivo final, planteado desde la seguridad de que es posible, es la construcción de un modo de vida mejor que, en su concepción de humanidad, nos haga más humanos, es decir, más libres, más cultos en el sentido profundo de la palabra, y al mismo tiempo y por todo ello, más felices.
Se trata de avanzar con éxito en la propuesta del vivir bien.
¿A quién no le conviene? A menos que se pertenezca a una desalmada élite gozosa de sus privilegios, la respuesta es obvia. La razón amorosa es infinitamente superior a la ideología de la distancia y de los compartimentos sociales.
Únicamente la ignorancia, el egoísmo y el miedo, sintetizados en un odio obsesivo utilizado como instrumento político, pueden ofrecer sus devaluados argumentos para darle algún oxígeno electoral al viejo régimen en su irremediable decadencia.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.