El año pasado, el 6 de agosto, escribí este artículo que de nuevo reproduzco, todo sigue igual, nada ha cambiado. Sed de poder para unos, de venganza para otros. Tal vez miedo para una gran mayoría, pero obcecados todos en el dominio del mundo, este planeta que nos pertenece a todos por igual.
Se diría que se oyen, no muy lejanos, vientos de guerra, ojalá sea simple temor. Las grandes potencias se preparan, todos “embombados” hasta la médula. Un simple toque a un botón puede suponer el eclipse final, tantas veces pregonado.
Cuan fácil sería sentarse, barajar posibilidades, discutir sobre desarme total, caminar hacia la senda de la amistad, la concordia, el buen entendimiento, compartiendo lo que tenemos entre todos, que es mucho. Nuestra Naturaleza pródiga en recursos nos ofrece un gran abanico de posibilidades, compartamos en lugar de retener para unos pocos, tierra, mar, montañas, cielo… El mundo puede ser una maravilla, no perdamos la ocasión
6 de agosto de 1945. Granollers
6 de agosto de 1945, yo tenía 8 años. Recuerdo perfectamente el horror que sentí, lloré, era difícil imaginar que un ser humano fuera capaz de provocar tanto dolor.
Solo así entraran en razón los japoneses, eran los estribillos que se emitían.
Lo que pudo servir para que la Humanidad dispusiera de energía, mediante una reacción nuclear se convirtió en la más mortífera bomba.
Se dijo que Einstein, el año 1939, había hablado con el Presidente Roosvelt, de la posibilidad de fabricar bombas muy potentes.
El problema que incitó al lanzamiento de aquella primera bomba, a la que seguiría otra tres días después en Nagasaki era el mismo que nos aqueja hoy en el S XXI, el dominio del mundo.
Japón discutió, en aquel entonces con EEUU, en un intento de expansión. Siguió un duro bloqueo americano –ahora con Cuba- con reducción de suministro de petróleo, embargos comerciales.
Japón ataca las tropas americanas en Perl Harbor el diciembre de 1941, duro golpe para los americanos.
EEUU ante tal oprobio, fabrica las primeras armas nucleares a partir del Proyecto Manhatan dirigido por Openheimer.
La primera bomba se prueba en Nuevo México, el 14 de julio, el 6 de agosto se castiga Hiroshima y el 9 Nagasaki. Aquellas extrañas nubes de humo que se alzaban amenazando el cielo, causaron de inmediato más de 200 mil muertos, luego, lastre a por vida para los habitantes de las zonas limítrofes, los residuos serán responsables de centenares de miles de damnificados, cáncer, leucemia…
¿Solamente las armas pueden disuadir a los gobiernos? La ley de la selva sigue vigente, el más fuerte, el más poderoso, sale vencedor. Pero, ¿vencedor de qué? ¿Segar vidas humanas a beneficio de qué, de quién?
¿De que sirven los avances de la ciencia que ha conseguido alargar la vida de los ciudadanos del planeta si los obcecados de siempre deciden que la vida de los seres humanos, que forman parte del mundo, les pertenece?
Como dice Federico mayor Zaragoza, es hora de cambiar comportamientos. Cuando una grave crisis afecta la Humanidad toda, el primer paso a seguir, debe ser para modificar actitudes, cambiar estas obsesiones de dominio, de posesión, de autoridad.
Bombas por PALABRAS, a través del diálogo, de negociación.
No podemos aceptar que nadie diga que el terror solo se combate con terror y rabia.
Mesas de dialogo, con personas adecuadas, no todo el mundo está capacitado para este noble oficio de negociar. Sí, existen personas que a lo largo de sus vidas han demostrado su eficacia. No permitamos que las bombas prendan fuego en nuestros corazones, destruyan nuestra esperanza.
Debe estar conectado para enviar un comentario.